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Un día con mucho dolor te dije adiós.

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  Siempre planificando, y sabiendo que quería, me encontré soñándote, pensando tu nombre y cómo serías. Así como hice con mi primer hijo, a vos, también te deseé, te busqué y te encontré. Pero pasaron algunas semanas hasta que tu corazón dejó de latir, dejó de escucharse y decidiste que no ibas a seguir creciendo. Tal vez la vida nos quiso separar porque vos no estabas preparado para este mundo. Tal vez viniste a enseñarme algo, quien sabrá.  Pero se que dejaste un vacío y una tristeza sin igual. Que no era solo Mía, sino también de tu papá, también de tus tíos, de tus tías, de tus abuelos.. y de todas las personas que se enteraron. Fue muy triste saber que mi cuerpo debía sacarte, eliminarte y decirte adiós. Pero no soy una excepción, fui 1 de cada 4 mujeres, que pierden su bebé. Es muy alta la estadística y creo fervientemente no solo como mujer, sino también como profesional de la salud, que se debe hablar de esto. Que no podemos llamarnos al silencio, duelar en las penumbras.  Es n

Quien sos para opinar de mi cuerpo?

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  Así sin tapujos te lo pregunto. Tuve una conversación súper interesante con unas nuevas amigas, en la cual, todas habíamos atravesado en la infancia una situación similar.  Alguien, por fuera de la familia, había opinado sobre nuestro cuerpo y en este caso nuestras mapadres simplemente callaron su boca y nosotros ahí como observadores, padecimos esas palabras. Ufff que fuerte!!!!!! No? Desde cuando alguien tiene autoridad para hablar sobre el cuerpo de otro? Las cosas como son… ni padres, ni madres, ni amigos, ni parejas, ni NADIE puede opinar del cuerpo de otro.  Ni el mejor entrenador, ni aquel que “supuestamente” luzca un cuerpo estético.. puede opinar. NADIE. Porqué alguien podría hacerlo? Desde cuando otra persona tiene autoridad para hacerlo? Además, desde qué lugar opinaría?  Acaso existe la perfección para opinar con tanta superioridad? Definitivamente no. Y si estas leyendo esto, y me imaginas hablando enojada, pues estás en lo cierto. Me enoja de sobremanera pensar que tant

Mi cuerpo y yo. El arduo camino al éxito.

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Más de una vez escuche consultantes hablar mal de sí mismos, sobre todo de su cuerpo. De su nariz, ojeras, granitos, gordura, delgadez, bellos, altura, pelo… y podría seguir. El cuerpo es una temática por demás interesante dentro de la psicología. Por demás amplia. Implica nuestra visión subjetiva de nosotros, pero también implica la visión que nosotros le otorgamos al que mira de afuera. Y muchas cosas le pasan a nuestro cuerpo. No solo es la construcción de la idea del cuerpo. También es qué historia tiene ese cuerpo para construir esa visión. Es un cuerpo que, como hablamos en la primera nota que publicamos, carga con nuestra psiquis, y con todos los pensamientos conscientes e inconscientes que parten de ella. Un cuerpo que carga con una historia. Un cuerpo sexualizado. Un cuerpo tocado. Un cuerpo usado. O incluso un cuerpo abusado. Se que son temas difíciles de manifestar. Pero siento responsabilidad en hablar de esto también. En cómo nuestra historia hace que nuestra visión sobre

Incentivos laborales para tu recurso más valioso, el humano.

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Es necesario tener bien definido los planes de incentivos en nuestros departamentos y de acuerdo a nuestras metas. Incentivos y reconocimientos no son lo mismo; el reconocimiento se le da sólo a los que dan un plus de sí y que ofrecen a la organización algo de sí que no tendrían porque darlo, desde su calidad en la atención (y decimos calidad porque es un factor más apreciativo/subjetivo, aunque dicha variable se puede operacionalizar y definir), propuestas para algún proceso, innovación en alguna actividad, entre otras. Mientras que los incentivos tienen que estar descritos claramente cuando se proponga una acción de la cual se lleve cuentas y se tenga una meta.            Colocar una meta, sin que haya incentivos no siempre es lo más beneficioso; y cuando se hace esto comienza a existir entre los colaboradores insatisfacción; sentimientos de aprovechamiento, y cansancio anímico, lo cual termina en baja motivación e influyendo hasta en las actividades que sí deben hacer por contrataci

Mi cuerpo y yo. El vacío existencial.

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Hoy es un día especial. Nos toca acercarnos a conocer sobre los Trastornos de la conducta Alimentaria (TCA). Ese es el nombre formal, pero realmente va mucho más allá de la conducta alimentaria.  Tengo tanto para contarles al respecto que me cuesta empezar. Pero aquí va. Empecemos por las emociones. Sí, los trastornos de la conducta alimentaria, no tienen que ver SOLO con la comida. Esto último, es sólo el síntoma visual, aquello que vemos del otro; ejemplo, que deja de comer, come a atracones y luego se va rápido al baño o que come mucho, y luego entrena muchísimo, para sobre compensar los excesos.  Lo cierto es que hay trastornos mixtos. No solo Anorexia y Bulimia. Sino esos puntos intermedios que no dejan de ser una conducta inapropiada, por el daño que causa a nuestro cuerpo y nuestra psiquis. Aquí no se trata de voluntad, ni tampoco de querer estar así, en muchos casos es una patología psiquiátrica lo cual afecta a las personas indistintamente del género, en donde hay una distorsi

“Mi cuerpo y yo. El don de fluir”

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Hoy vamos a hablar de fluidez, un término súper interesante que me acercó mi colega de Red Terapéutica Online, Josmar, cuando nos planteamos hablar sobre “Mi Cuerpo y yo”. Ese vínculo tan íntimo e independiente a la vez, como lo venimos hablando y trabajando en este blog. Es un término que tiene que ver con cómo es llevado a cabo el cambio, cómo se sostiene lo que se tiene si es que no se desea cambiar, o cómo se ejecuta el cambio para conseguirlo y mantenerlo. Me pareció súper interesante compartirles la definición, para que explicarlo mas claramente: “El estado de  fluidez , también llamado flow o flujo, se refiere al estado de una persona cuando se encuentra inmersa o muy concentrada en una acción que está ejecutando.” Obviamente es un término que podríamos usarlo para muchísimas cuestiones. Pero nosotros estamos trabajando el cuerpo, y yo en lo personal, así como también desde mi lugar de analista, he visto la resistencia que aparece a la hora de cambiar. A la hora de fluir, de eje

Mi cuerpo y yo. El deseo como motor de cambio

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Muchas veces me cuestioné como quería verme. Se suponía que debía ser delgada, que debía verme bien para gustarle a otros. Crecí creyendo que el marco cultural me era propio, sin darme cuenta qué lejos estaba de lo que YO creía al respecto. Los espacios de análisis, auto percepción, y terapia me llevaron a pensar en que es lo que yo quería en verdad. Como es que quería verme, pero no por lo que la sociedad impusiera, sino por lo que mi deseo dictara. Con el tiempo entendí, que mi deseo es mi motor, que la motivación es la base del cambio, y que sin ello, difícilmente podamos llegar a buen puerto. Cambiar es algo inherente al ser humano. Vivimos cambiando aunque no nos demos cuenta, y eso está muy bien. Pero los cambios conscientes que nosotros realmente queremos, los cambios grandes, son difíciles de lograr, porque algo que está hincado en tu ser desde hace años, con años se va. Pero no es de un día al otro. Es un re-aprender, o en ocasiones aprender, de cero. Rever porque se llegó