Quien sos para opinar de mi cuerpo?
Así sin tapujos te lo pregunto.
Tuve una conversación súper interesante con unas nuevas amigas, en la cual, todas habíamos atravesado en la infancia una situación similar.
Alguien, por fuera de la familia, había opinado sobre nuestro cuerpo y en este caso nuestras mapadres simplemente callaron su boca y nosotros ahí como observadores, padecimos esas palabras.
Ufff que fuerte!!!!!! No?
Desde cuando alguien tiene autoridad para hablar sobre el cuerpo de otro?
Las cosas como son… ni padres, ni madres, ni amigos, ni parejas, ni NADIE puede opinar del cuerpo de otro.
Ni el mejor entrenador, ni aquel que “supuestamente” luzca un cuerpo estético.. puede opinar. NADIE.
Porqué alguien podría hacerlo? Desde cuando otra persona tiene autoridad para hacerlo?
Además, desde qué lugar opinaría?
Acaso existe la perfección para opinar con tanta superioridad?
Definitivamente no. Y si estas leyendo esto, y me imaginas hablando enojada, pues estás en lo cierto.
Me enoja de sobremanera pensar que tanta gente sufrió, solo porque alguien se creyó superior para opinar del cuerpo ajeno.
A poco que podemos opinar del nuestro… como para hablar de otro.
Y todo eso, sin contar el impacto que tienen las palabras sobre el otro. Sabes cómo está el otro para oír lo que vos opinas?
Tienes idea si ese niño es capaz con su pequeña y débil psiquis, de tolerar palabras tan fuertes, como la opinión de un adulto profesional, o más aún de un familiar (sobre el cual ese niño tiene depositado afecto).
Pues las palabras por más que sean palabras, duelen. Nos tocan, nos bordean pero también nos agujerean. Nos trauman. (Definición simple: un trauma es trauma porque la psiquis no estaba preparada para entender y/o soportar el estímulo externo).
Nos pasa de niños, y nos pasa de adultos. Solo que de adultos, tenemos más herramientas para defendernos de esos estímulos.
Claramente si hoy alguien opina de mi cuerpo… ya que me importa. Nadie más que yo sabe de mi, que yo misma. Y lo que el otro opine importa muy poco.
Pero por eso lo enfoque en los niños, quienes cuentan con poco recursos para poder defenderse. Y lo que les decimos, impacta sobre ellos.
Por ello hoy los invito a la reflexión. Estoy segura de que muchos de Uds han vivido algo similar alguna vez.
Así que, pensemos como nos vamos a dirigir al otro. Ya sea a un par, como a un niño. Pero aún más en ellos, en las infancias.
Cuidemos las infancias para evitar dolor. Seamos responsables. Seamos criteriosos. Seamos EMPÁTICOS.
Sepamos que al otro lo puede dañar nuestra palabra. Seamos conscientes de esto. Sobre todo cuando hablamos de un cuerpo.
Y digo sobre todo, porque ese cuerpo sostiene. Y sobre él, recaen muchos de nuestros pesares.
Como siempre en este espacio, los invitamos a ir por más.. y si necesitas, ya sabes que puedes hablar con nosotros en tu cita online.
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Cariños,
Lic. Melisa Roldán.
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